En una serie de flashbacks, evocados por los testimonios de un juicio, el film describe la autodestructiva personalidad de una muchacha ex interna de un correccional y sus catastróficos efectos sobre un joven que se enamora de ella. Con este film, Hugo del Carril se aproximó a la sensibilidad de los cineastas de la generación del '60 sobre una juventud marginal, situada en las antípodas de esa otra que por entonces cantaba y bailaba en El club del clan.