Con un nino pequeno y su mujercita humilde, el hombre de arena atraviesa la performance de su destino aún salvable. Los suenos acaban cuando hay que poner el pan en la mesa y cuando una “pala”, símbolo del peón, del laburante de sol a sol, ya no alcanzan para afrontar ni el presente ni el futuro. Hombre manso al fin, noble, embotado en su orgullo de sacar la arena del río para las construcciones, amasa, sin embargo, castillos en el aire.